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Hace 2300 años, nuestros antepasados carpetanos bebían una cerveza fabricada con trigo fermentado.
Creo que aquí tenemos la clave de por qué nos gusta tanto ir de cañas a los de Madrid 🙂
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 Un pasado no tan lejano, pues en los pueblos de Madrid aún había quien cocinaba  con fuego sobre una trébede en los años sesenta. Y todavía en el último tercio del siglo pasado se veían en algunos pueblos, esas horcas de madera, las escobas de ramas, las guadañas y otros instrumentos.
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Y, por fortuna,  aún se recolecta la miel artesanalmente en algún pueblo de la sierra norte.

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Así vestían los madrileños de hace dos mil años, y estas eran las casas en las que vivían.

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Los carpetanos dieron origen al nombre mítico de Madrid: Mantua carpetanorum.
Al Este tuvieron los carpetanos por vecinos a los celtíberos, luchadores fieros que se hacían enterrar con armaduras y escudos. Su vecindario se ampliaba por el Norte a los vacceos, pobladores de los valles del Duero, Valladolid, Burgos y Soria. Moraban a su oriente los vetones, los que dejaron grandes figuras de tauros en piedra como los célebres verracos de la localidad abulense de Guisando. Y al sur, otro pueblo de estirpe ibérica, los oretanos, algo menos agrestes que los demás vecinos.
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Sus labores agropecuarias, el trabajo del barro y del hierro, son parte de nuestra historia reciente. Conocerlos es conocernos.
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Los dibujos están tomados de la exposición realizada hace dos años por el museo regional de Alcalá de henares. Todos estos dibujos son obra del extraordinario dibujante Arturo Asensio.