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En la desaparecida calle del Rosal, situada en lo que hoy es la Gran Vía, existió una lúgubre mansión a la que los madrileños denominaron «Casa del pecado mortal».
Se trataba de un hospital de maternidad creado para mujeres solteras que se habían quedado embarazadas y que deseaban dar a luz en el mayor de los secretos.
Las mujeres que aquí ingresaban, levaban una vida de clausura y mantenían el rostro tapado por un velo durante todo su embarazo.
Dependía esta institución de la «Hermandad del Santo Celo de la Salvación de las Almas» que había sido creada en tiempos de Felipe V y que mantenía a sus expensas el Convento de Arrepentidas de la calle de Hortaleza (frente a la actual sede de los arquitectos)
Cuando hablamos de arrepentidas nos referimos a mujeres que habían abandonado la prostitución.
Pues bien, tanto el hospitalillo de la calle del Rosal como el convento de la calle Hortaleza eran las sedes de la llamada «Ronda del Pecado Mortal»
Esta ronda acostumbraba a salir por las noches y recorrían los barrios de mala fama a la hora en que se suponía que los pecadores estaban entregados a la faena.
Los cofrades iban agitando grandes cencerros y cantaban a voz en grito unas coplas que ponían el vello de punta:
«Alma que estás en pecado
si esta noche te murieras
piensa bien a dónde fueras»
Con lo que a más de uno le dejaban con el corazón (y algún otro órgano) totalmente encogido.
El objetivo era recaudar limosnas para atender a los fines de esta pía institución, de modo y manera que a su paso las gentes arrojaban monedas desde las ventanas.
La Casa del Pecado Mortal fue derribada en los años veinte del pasado siglo al construirse la Gran Vía.