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Me gusta el Café Ajenjo porque es un sitio tranquilo, agradable, ideal para mantener una larga conversación con tu gente.
Decorado en un evocador estilo retro, la música suave y los sillones invitan a la charla sosegada, algo que no es fácil de disfrutar en una ciudad donde, a menudo, los locales parecen diseñados para consumir deprisa y largarse, eso cuando no te impiden la normal conversación con una música estruendosa.
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Me gusta tomar uno de sus variados tés con una porción de tarta o unas pastas caseras, hechas por ellos.
El nombre de Ajenjo nos recuerda a esa planta anisada base de numerosos licores en todo el mediterráneo (En España la absenta, en Grecia el Uzo,  wermut, origen de la palabra vermút, significa ajenjo en alemán)
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Me cuenta Helios, que él y su familia llevan al frente del café desde 1978.
Pues,… que cumplan muchos más.
Está en la Galería de Robles nº 4, entre las calle de Ruiz y Monteleón (Malasaña)
Fotos: Carlos Osorio.