El tren llega a Madrid y se va deteniendo, amodorrado por la espesa luz de Julio. Sobre el sol poniente, los tendidos eléctricos tañen una quejumbrosa y prolongada nota de violonchelo. Bajo el sol que llega a su destino, la luz se esparce en miles de reflejos de colores.
(Realmente, no recordaba haber visto algo así: esa polvareda de luces de colores que se forma bajo el sol, en el ángulo inferior-izquierdo de la foto. Son como pequeños fuegos de artificio)

Foto: Carlos Osorio