El hombre que creyó en la libertad, que propició el diálogo, que buscó el consenso, que entendió que sumar era más productivo que restar, que dio a España la mejor Constitución posible, fue también el hombre incomprendido por unos y por otros y especialmente por muchos de sus seguidores, y por eso, en el momento de su muerte, ha llegado el momento de darle las gracias. 
¡Gracias, Adolfo Suárez!