Sofía Moro Ledesma, mi abuela por parte de madre, nació en Madrid el 29 de Marzo de 1910. Sus padres eran Sebastián y Concha, y tuvo dos hermanos. Su infancia fue bastante feliz. Hizo estudios de piano, actividad que abandonó al casarse. Sus padres querían hacer de ella una distinguida ama de casa y para ello le llevaron a “l´ecole menagère” que, si no me equivoco estaba en Velázquez, donde le enseñaron cómo gobernar una casa, recetas, contabilidad casera, y trato social. Además, ella y sus hermanos disponían de profesoras de inglés y francés. En los veraneos en San Sebastián conoció al que fué luego su marido, Carlos, que estudiaba para ingeniero agrónomo. Se casaron en 1934 en la iglesia de San Marcos.
Llegó la guerra civil de 1936 y sus proyectos quedaron interrumpidos. Se dio la circunstancia de que en la familia del novio eran republicanos, mientras que en la de la novia eran monárquicos. Durante la contienda, los padres de Carlos tuvieron que esconder en su casa a los padres de Sofía para evitar que les “dieran el paseíllo”
Al terminar la guerra, Carlos y Sofía se trasladaron a la finca agrícola que la familia de Sofía tenía en la provincia de Madrid. Dedicaron unos años a reconstruirla, tras haber sido arrasada durante la guerra, y Carlos se puso al frente de la explotación agrícola y ganadera. Sofía, que había sido educada para ser una señorita fina, tuvo que apañárselas con una casa nada confortable, sin agua corriente y con el suelo de tierra. Sofía cocinaba para los jornaleros unas riquísimas ollas de cocido o de cordero con patatas. Curaba ella misma a las gallinas cuando se ponían malas, lo mismo que ayudaba al matachín a descuartizar al cerdo en la matanza. Allí fueron creciendo sus cuatro hijas y su hijo. Los niños venían a Madrid al colegio. Primero, una tartana con mulas los acercaba al tren de Arganda y este les dejaba en la estación del Niño Jesús, en lo que hoy es Retiro-2. Desde allí caminaban 20 minutos hasta el colegio.
Sofía ha tenido 5 hijos, 21 nietos y 23 biznietos.
De su vida, me ha impactado especialmente su vejez. Pese a las dificultades de esta etapa de la vida, y a las penas quese han ido acumulando, ha hecho suya la máxima que siempre nos decía: “No hay que encariñarse con las penas” y ha mantenido siempre el ánimo y el buen humor. Hasta hace cinco años se daba todos los días la vuelta al Retiro. Hoy se conforma con un paseito por la Plaza de Dalí o con acudir a una cafetería por las tardes donde se forma tertulia con hijos, yernos, sobrinos, nietos, etc.
Sofía cumplirá los cien años el próximo dia 29. Ella ha sido una persona fundamental en mi vida y uno de los faros que me guían. Así que, quería hacerle ahora este pequeño homenaje a través de mi blog. Abuela, ¡Muchas felicidades!
Qué bonito homenaje. Espero que a tu abuela le guste. Me encanta eso de "no hay que encariñarse con las penas". Yo también la felicito por esos 100 años… y tan guapa ella.
Mira qué casualidad…
COMO LA GRAN VÍA…!
Pues mis Felicidades para tu abuela y desear que siga con esa salud tan digna, que le permite todavía visitar una cafetería y darse un paseíto por Madrid. De verdad que no es hablar por hablar. Qué grande es poder ver a nuestros mayores valiéndose por sí solos.
Una vida muy interesante.
Me ha emocionado, felicita a tu abuela de mi parte.
Muchas felicidades a tu abuela. Bonito homenaje y seguro que muy merecido.
¡Qué papel tan importante tienen en nuestra vida las abuelas!
Felicidades a la tuya y a ti por seguir disfrutando de su compañía.
SALUD SEÑORA, QUE SEA MUY FELIZ EN SU CUMPLEAÑOS EN COMPAÑIA DE SU FAMILIA. LE COMENTO QUE CONOCI MADRID, PUES YO SOY DE SALTA, REPUBLICA ARGETINA. FELICIDADES. MARCELO ALARCON
Aprovecho la sentida presentación que haces de tu abuela para felicitarte por tu blog sobre Madrid, que sigo desde hace tiempo.
Saludos desde Barcelona
Muchas felicidades Sofía.
Compartimos el segundo apellido, me ha emocionado.
Estupendo blog.