El caminante se acerca a conocer el nuevo espacio gastronómico «Platea Madrid» en la calle Goya nº 5, junto a la plaza de Colón.
Lo que fue el cine Carlos III es ahora un bullicioso conjunto de 20 barras de bares más un restaurante que ocupan cerca de 6000 metros cuadrados y con una capacidad para un millar de personas.
La oferta gastronómica viene avalada por tres restauradores que reúnen seis estrellas Michelín: Paco Roncero, Pepe Solla y Marcos Morán.
El restaurante pertenece a Ramón Freixa y está situado en el antiguo entresuelo.
Además hay una pastelería: Mamá Framboise, el ultramarinos Gold Gourmet y una coctelería creada por Diego Cabrera y Luca Anastasio.
Un escenario situado en el lugar de la antigua pantalla de cine sirve para la proyección de documentales y alguna actuación musical. En cualquier caso, la cultura necesita un mínimo de silencio que aquí no existe.
La desaparición de un cine es siempre una mala noticia. El hecho de que se haya convertido en espacio gastronómico es mejor idea que sumar otro centro comercial al uso, pero el caminante se siente confuso.
La decoración del Platea es excelente, aunque el espacio disponible resulta insuficiente para la cantidad de gente que acude. Resulta incómodo el planteamiento de abrirse un hueco en la barra para pedir una bebida, abrirse otro hueco en otra barra para pedir un pincho y luego buscar un lugar entre las mesas repletas para intentar tomárselo con una cierta dignidad. Aunque hay gente para todo.
Algo no está suficientemente claro en este lugar. ¿Buscan una repetición del gastro-mercado de San Miguel, o el buffet de un transatlántico o un gallinero de lujo, o qué?
De momento, las señoras de la calle Goya, a falta de un café agradable donde merendar y conversar, acuden al Platea, pero no sé si van a durar mucho en vista del jaleo que se forma en este lugar.