En la época del pensamiento único, es reconfortante escuchar voces críticas, como estas:
“En arquitectura se confirma la huída de los moldes del racionalismo y las aburridas estructuras de la Bauhaus, no tanto porque lo fueran en las obras de sus más eminentes arquitectos, sino por lo que han realizado muchos seguidores, en una proliferación de casas sin adornos y sin otra estructura que la más barata para rellenar espacios”
Ilia Galán (Filósofo. Del Libro: “Teorías del arte desde el siglo XXI”)
“La arquitectura actual se compone de una espuma manierista, pretenciosa por fuera e inhabitable por dentro, que no es sino la propia cola de pavo real que algunos arquitectos megalómanos despliegan ante los políticos y promotores en una especie de cortejo nupcial antes de aparearse con ellos”
Manuel Vicent (Escritor)
«…de pronto ve uno el diseño de centenares de casas idénticas alejándose en una perspectiva inflexible y comprende que algunos de los espantos del urbanismo de ahora proceden de aquellos repertorios de buenas intenciones. En la Bauhaus, sospecha uno, está ya el autoritarismo de una modernidad tan segura de sí que se considera autorizada a ignorar todo lo que no sean sus propios principios inmutables, lo mismo el paisaje natural que los testimonios del pasado, los saberes constructivos que no podían declararse universalmente válidos porque estaban adaptados a un cierto clima, a una manera peculiar de vivir, a la disponibilidad de los materiales»
Antonio Muñoz Molina (Escritor)
Gombrich, en su “Historia del arte”, describía bien lo que es la verdadera arquitectura moderna:
“Existen cosas que desde el punto de vista funcional son correctas, y sin embargo son feas. Las mejores obras de la arquitectura moderna son armoniosas, no solo porque corresponden a la función para la que han sido construidas, sino porque fueron proyectadas por hombres de oficio y buen gusto que supieron cómo hacer que se amoldaran a sus fines y, a la par, que parecieran bellas a la mirada”
Ernest Gombrich (Historiador)