¿Qué por qué tiene ese nombre tan curioso? pues porque se levantó sobre el antiguo convento de monjes premostratenses, y los madrileños, para abreviar, en vez de premostratenses decían mostenses ( a los monjes no les hacía ninguna gracia, porque parecía que se dedicaban a darle al mosto:-)
Bien, el caso es que en 1870 se construyó en esta plaza lindante con la Gran Vía un soberbio mercado de hierro, al modo de las bella arquitecturas que Eiffel había puesto de moda en París.
Los Mostenses fue una obra de Mariano Calvo Pereira que inauguró Alfonso XII en 1875. Este mercado absorbió los puestos de venta de aves al aire libre que había en Cuchilleros, y también concentró luego la venta del pescado al estar relativamente cerca de la estación del Norte.
En 1925 se derribó sin contemplaciones al hacer la Gran Vía.
¿Y por qué se derribó? ¿Es que acaso obstaculizaba el trazado de la nueva vía? Pues no señor, el mercado quedaba perfectamente alineado con la Gran Vía. Se derribó porque algunos listos que querían construir pisos allí, convencieron a los mandamases de que ese mercado era muy viejo y no pegaba con una avenida «moderna»
Tras la guerra civil se hizo un mercado de ladrillo muy poco agraciado, que es el actual, quedando el pobrecico encajonado tras las moles de los edificios de la Gran Vía.
En los años 80 el mercado entró en decadencia, pues por lo mismo que el resto de mercados tradicionales, por la presión de las nuevas grandes superficies.
Ha habido un reciente intento de modernizar el edificio pero la crisis lo ha paralizado. Y no hay mal que por bien no venga, porque el mercado ha resurgido con puestos chinos y sudamericanos que conviven con los puestos españoles tradicionales en colorida y grata armonía, y además ¡albricias! se trata de uno de los mercados más baratos de esta nuestra ciudad.
Foto color: El país