Rivales en lo económico, rivales en lo deportivo, con algunos desencuentros históricos, pero con una admiración mutua, las dos comunidades más prósperas de España están unidas por muchas razones, sin duda por tener una larga historia compartida, pero también por un afecto recíproco.
Cataluña y la Comunidad de Madrid tienen un número similar de habitantes, algo inferior en el caso de Madrid. La cantidad que aportan ambas comunidades al PIB del conjunto de España (datos de 2018) también es similar, siendo del 19,2% en el caso de Madrid y del 19% en el de Cataluña. Cataluña tiene el doble de industrias que Madrid, pero el crecimiento económico actual lo marcan otros sectores, lo que iguala la renta de ambas comunidades. El tópico de que la economía madrileña está basada en la presencia de Instituciones del Estado es un un tanto exagerado. El empleo público supone en Madrid un 17,7% frente a un 15,3 % de empleo público en Cataluña (La Generalitat cuenta con 200.000 empleados públicos)
En Madrid sabemos reconocer y apreciar la pujanza que históricamente ha tenido el empresariado catalán en el conjunto del país. Pero también tenemos constancia de que la burguesía catalana, que en el pasado fue muy emprendedora y generó mucha riqueza para los catalanes, hoy ha abandonado la actividad productiva y se ha refugiado en la actividad rentista y financiera; lo cual ha ocasionado un retroceso que se ha querido tapar y disfrazar agitando banderas esteladas.
El eslogan de los nacionalistas catalanes: “España nos roba” está basado en unos datos económicos tergiversados. Este tipo de argumentos electoralistas ha aumentado la desconfianza de un sector de los catalanes hacia las instituciones que compartimos. Solo la verdad puede restablecer la confianza perdida. La realidad es que cada Comunidad contribuye a la economía estatal en la medida de sus posibilidades.
La mayoría de los madrileños sentimos afecto y respeto por los catalanes. Es cierto que hay quienes lanzan mensajes despectivos sobre una u otra comunidad, pero, aunque hagan ruido en las redes sociales, son una minoría. No vamos a negar que exista algún madrileño que le tenga manía a los catalanes, pero memos los ha habido siempre, y por fortuna son muy pocos.
La situación creada por las maniobras de algunos políticos (en relación con el llamado procés) ha enrarecido el ambiente en los últimos años. Por otra parte, los sectores más duros de la derecha española han intentado sacar réditos electorales de la cuestión catalana, enconando aún más las posiciones. Pese a ello, subsiste una antigua y sólida amistad entre Madrid y Cataluña que prevalece por encima de todo.
La mayoría de los madrileños pensamos que la lengua catalana es parte de la riqueza cultural de nuestro país. El catalán, que era una lengua minoritaria en Cataluña cuando murió Franco, se ha extendido y se ha equiparado al castellano gracias a la Constitución. La Carta Magna de 1978, aprobada por el 90,5 % de los votantes catalanes, ha permitido el desarrollo y el crecimiento del idioma catalán, en una comunidad que ha sido bilingüe desde sus orígenes.
En Madrid importa mucho Cataluña, como referente cultural, empresarial, turístico, etc. La propia configuración urbanística del crecimiento de Madrid ha tomado como referencia a Barcelona. Muchos madrileños tenemos envidia de Cataluña, no solo por el mar, también por su nivel cultural.
Cataluña en Madrid:
Un ejemplo muy ilustrativo de la importancia que tiene Cataluña en Madrid es el callejero madrileño. Barcelona es la única ciudad española que tiene dos calles en el callejero de Madrid. La “calle de Barcelona”, cerca de la puerta del Sol, y la “Avenida Ciudad de Barcelona”, una gran avenida que une Atocha con Vallecas. Por otra parte, tenemos infinidad de topónimos catalanes en Madrid. Así, además de calles dedicadas a Gerona, Lérida y Tarragona, tenemos calles de Solsona, Tarrasa, Sierra del Cadí, Urgell, Bañolas, Cervera, Tortosa, Pobla de Segur, y un largo etcétera. Además tenemos una plaza dedicada a Cataluña. En Madrid hay muchas calles dedicadas a catalanes ilustres. Valgan como ejemplo las calles de Prim, Estanislao Figueras, Pi y Margall, Jordi Solé Tura, Ernest Lluch, Vázquez Montalbán, Joan Maragall, Dalí, Raimundo Lulio, Jacinto Verdaguer, etc.
En Madrid viven 100.000 catalanes, gran parte de los cuales siguen empadronados en Cataluña. La mayoría de los que visitan Madrid encuentran una ciudad abierta y acogedora en la que cualquiera se integra fácilmente. Lo mismo sentimos los madrileños, que encontramos en Cataluña una tierra acogedora, con una gran cultura, una excelente gastronomía, y un panorama arquitectónico, artístico y musical muy interesante.
Los trabajadores, de Madrid, de Cataluña y de cualquier parte, creemos en la solidaridad internacional. No estamos interesados en crear divisiones ni conflictos identitarios. Esa es una tarea que incumbe solo a los ricos. Las clases trabajadoras no tienen fronteras. No permitamos que ningún conflicto entre nuestros políticos rompa la amistad entre las gentes de Cataluña y las de Madrid.
C. Osorio. Caminando por Madrid.
Nací en Madrid y cuando aterricé, con 16 años, en Barcelona aluciné. Entonces Madrid era un pueblo, Barcelona una ciudad bellísima, limpísima, con cultura. Afortunadamente tenemos algo de modernismo, ellos mucho. Hace un año seguía igual de bella, Madrid también. Espero que así sigan.