A mediados de los años setenta comenzaron a llegar a Madrid los primeros grupos de gaviotas. Inicialmente pasaban aquí la temporada invernal y luego se iban. Luego, muchas de ellas optaron por «empadronarse» en Madrid.
Las nuevas costumbres pesqueras influyen en esta mudanza. Ya no hay casi peces en la costa por la sobre-explotación. Antes, los barcos pesqueros limpiaban el pescado a bordo y arrojaban los desperdicios al mar. Ahora lo suelen congelar en alta mar. Las gaviotas han optado por emigrar a las ciudades y abastecerse en los hiper-basureros. Nuestras gaviotas madrileñas, la mayoría patiamarillas, también en gran medida reidoras, y algunas gaviotas sombrías, acuden cada mañana a proveerse al vertedero de Valdemingómez. Luego chapotean un rato en las lagunas de las graveras o en el río Manzanares, donde también hay cormoranes, y al anochecer atraviesan Madrid rumbo a sus dormitorios: el embalse del Pardo y el Embalse de Manzanares el Real. Como son dos pantanos cerrados al público, allí se sienten seguras.
Foto: C. Osorio.