Bien, como te decía, hay en Madrid varios vestigios del desaparecido convento de Santo Domingo. Uno de ellos es la estatua orante de Pedro I el Cruel. Esta estatua formaba parte del sepulcro y sobre ella hay una leyenda:
La leyenda:
Este rey de carácter iracundo y acostumbrado a quitarse de enmedio a todo el que le molestaba, pretendía en cierta ocasión saltar la tapia del convento de Santo Domingo, para interesarse por alguna dominica de cuya belleza había tenido noticia. Un cura le detuvo junto a la tapia del convento y le recriminó por sus lujuriosas intenciones. Pedro I, por toda respuesta, lo asesinó de una puñalada.
Cada vez que el rey pasaba cerca del convento, una sombra le seguía. Hasta que un dia, Pedro se volvió y se encaró con la sombra:
-¿Quien sois y qué queréis?
-Si queréis saber quién soy acudir conmigo hasta el pozo. (Ya hemos descubierto los restos del pozo en la entrada anterior).
-Junto al brocal del pozo, la sombra se convirtió en el cuerpo del fraile asesinado.
-Soy el clérigo a quien dísteis muerte porque recriminé vuestra intención de quebrantar la clausura de las monjas. Quiero anunciaros que vuestro propio hermano os dará muerte con el mismo puñal con que me matásteis a mi, y que seréis piedra en Madrid.
Lo de que su hermano intentase matarle se la traía al fresco, ya que él se sabía defender; pero lo de «Ser piedra en Madrid» le dejó intrigado.
Poco tiempo después se cumplió la profecía. Pedro murió a manos de su hermano. Enterrado primeramente en La Puebla de Alcocer, su nieta doña Constanza, que era abadesa de Santo Domingo, mandó traer el cadáver y le hizo un sepulcro sobre el que se colocó una estatua.
La estatua yacente se cambió por otra orante (arrodillada) en tiempo de los Reyes Católicos, en 1504. Isabel la Católica quería que, de una manera simbólica, que Pedro el Cruel rezase por sus muchos pecados y barbaridades.
Al ser demolido el convento, en 1869, la estatua junto con otras esculturas y diverso mobiliario, pasó al Museo Arqueológico Nacional.
Foto: Luis García (Wikipedia)