¿Dónde estaba?
Esta famosa casa madrileña estuvo situada durante el siglo XVIII y la primera mitad del XIX en la esquina de las calles Barquillo y Belén, tapando la salida de ambas vias hacia Fernando VI.
Al parecer era una corrala con varios patios y muchas viviendas, y vivían allí varios chisperos (herreros) que trabajaban el hierro en los patios.

¿Cómo era?
Esta primera imagen pertenece a un cuadro titulado «La Casa de Tócame Roque» pintado por mi tatarabuelo: Manuel García «Hispaleto».

¿Por qué se llamó así?
Dice la tradición que estos vecinos se amotinaron y decidieron dejar de pagar el alquiler a los caseros, no permitiéndoles la entrada en el lugar.
Se cuenta que la casa fue heredada por dos hermanos, Juan y Roque, que no se pusieron de acuerdo en nada. Ambos discutían pretendiendo que la herencia les correspondía por entero. Así, Juan le decía a Roque: «Tócame, Roque». y Roque contestaba: «La casa tócame a mí, Juan». Y como la disputa duró años, la casa se quedó con ese nombre: Tócame Roque.
Ramón de la Cruz le dedicó a esta bullanguera vivienda uno de sus populares sainetes: «La Petra y la Juana o el buen casero».
En 1849 el Ayuntamiento ordenó su derribo para destaponar la calle Barquillo y comunicarla con la perpendicular Fernando VI. Las ochenta familias que todavía quedaron en la casa tras la orden de desalojo, impidieron que la casa se derribase durante más de un año de batallas con la municipalidad, hasta que se consumó el desahucio.
Todos estos follones quedaron en el imaginario madrileño, y así, cuando alguien quería encontrar una comparación para hablar de una casa en la que había mucho jaleo y muchas disputas, decía: Esto parece la casa de Tócame Roque.

Foto: Carlos Osorio.