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La Casa de Fieras del Parque del Retiro fue el Zoológico de Madrid entre 1830 y 1969.
Inicialmente formó parte del Reservado de los reyes Fernando VII e Isabel II, hasta que en 1868 se abrió al pueblo de Madrid.
Sus antecedentes hay que situarlos en la «Leonera», una serie de jaulas para animales salvajes que formó parte del Real Sitio del Buen Retiro en el siglo XVII, así como el zoológico creado por Carlos III junto al jardín botánico, en la actual Cuesta de Moyano.
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Entrada a la Real Casa de Fieras a fines del siglo XIX
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La Casa de fieras estaba formada por un edificio de ladrillo, muy alargado y de dos plantas. La planta inferior contenía habitáculos con rejas para los animales (osos, leones) y la planta superior era un lugar de descanso para la real familia, estando decorada con animales disecados.  Los primeros animales de este zoo fueron una pantera, un chacal, dos hienas, una cebra, un avestruz y varios cachorros de tigre.
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En 1870 se construyó el foso de los monos, y a ambos lados  dos grutas de rocalla para alojar a sendos osos, así como un gran número de cercados para animales de todo tipo.
La entrada al recinto formada por dos pilastras con estatuas de leones se adornó con cerámicas vitrificadas a comienzos del siglo XX.
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En 1873 se adquirió una elefanta llamada Pizarro que procedía del desaparecido parque de atracciones de los Campos Elíseos ( que estuvo en el barrio de Salamanca, cerca del Retiro).
Los sucesores de la elefanta siguieron llamándose Pizarro, salvo una que se llamó Julia y el último que se llamó Perico.
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En la imagen precedente vemos al rey Alfonso XIII visitando el zoológico.
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Entre 1875 y 1916 la gestión del zoo se privatizó, siendo dirigido por la familia Cavanes. Estos empresarios organizaron actividades como el paseo del cocodrilo o el baño del elefante que atrajeron a numeroso público.
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Uno de los hipopótamos falleció tras ingerir los tornillos que le arrojaron unos desgraciados.

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En 1916, el jardinero mayor de Madrid, Cecilio Rodríguez, ajardinó el recinto.
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Y este era el foso de los osos polares, decorado con sendos osos de piedra procedentes de los almacenes de la Villa. Ignoro lo que pensarían los osos polares el día que les trajeron las dos esculturas de osos. Supongo que se quedarían de piedra.