Las primeras cabalgatas municipales de Madrid
Lunes, 5 de Enero de 1953. Son las seis en punto de la tarde. La primera cabalgata municipal de Madrid sale de las Escuelas Aguirre, frente al parque del Retiro, entre el griterío del público infantil.
Tres bizarros soldados del cuartel de La Remonta, con unas barbas de algodón muy bien sujetas al cogote, representan a sus majestades los Reyes Magos a lomos de sus inquietos corceles. Los reyes van acompañados por un nutrido cortejo: los pajes, los pastorcillos con sus burritos y sus corderos, la tuna, las corales, las bandas de música, las carrozas de las casas regionales y de los grandes almacenes. Como escolta, sus majestades contaban con la protección de las cuádrigas romanas, seguidas por los cuerpos policiales en uniforme de gala.
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La cabalgata baja por la calle de Alcalá, cruza la Puerta del Sol y por la calle Mayor llega a la Plaza de la Villa. Allí, los Reyes dejan sus ofrendas ante el niño Jesús del belén municipal que está expuesto en la Casa de Cisneros. El alcalde, Conde de Mayalde, cumplimenta a sus majestades.
La primera cabalgata del Ayuntamiento ha sido un éxito. El teniente de alcalde José María Gutiérrez del Castillo, promotor de esta iniciativa, es felicitado por las autoridades.
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Anteriormente había habido en Madrid otras cabalgatas de menor envergadura, creadas por agrupaciones benéficas, que consistían en desfiles previos a los repartos de regalos en hogares infantiles, hospitales y colegios. La cabalgata del Hospital de San Rafael, para alegrar a los niños enfermos, es una de las primeras conocidas. En 1910, una cabalgata partió de la Puerta del Sol.
Los Magos de Oriente visitaron varios asilos.
Hubo cabalgatas del colegio de huérfanos de la Guardia Civil, de Radio Nacional, de Radio Madrid.
En 1929 hubo una cabalgata a cargo del diario El Heraldo, con colaboración municipal.
En 1935 una cabalgata literaria (uno de cuyos magos era Ramón Gómez de la Serna) repartió libros infantiles.
Los Magos de Oriente visitaron varios asilos.
Hubo cabalgatas del colegio de huérfanos de la Guardia Civil, de Radio Nacional, de Radio Madrid.
En 1929 hubo una cabalgata a cargo del diario El Heraldo, con colaboración municipal.
En 1935 una cabalgata literaria (uno de cuyos magos era Ramón Gómez de la Serna) repartió libros infantiles.
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En los años sesenta la creatividad de los organizadores de la cabalgata se desbordó.
Así, se pudo ver a los reyes en el techo de una furgoneta…
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o montados en una curiosísima carroza hecha con motos vespa…
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en incluso subidos a lo alto de una pala excavadora (esta vez dentro de una cabalgata publicitaria)
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Con la llegada de la tele se creó la costumbre de retransmitir la llegada de los Magos al aeropuerto de Madrid-Barajas.
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A comienzos de los 70 los reyes se montaron en dromedarios, pero la experiencia fue un desastre. Los bichos eran ingobernables, y sus majestades volvieron a los caballos.
A partir de los años 80, los magos viajarán en cómodas carrozas automóviles.
La época más deslumbrante de la cabalgata madrileña estuvo a cargo de la concejal de cultura Alicia Moreno, en los primeros años del siglo XXI. La llegada de la crisis económica de 2008 redujo sustancialmente la espectacularidad del desfile.
A partir de los años 80, los magos viajarán en cómodas carrozas automóviles.
La época más deslumbrante de la cabalgata madrileña estuvo a cargo de la concejal de cultura Alicia Moreno, en los primeros años del siglo XXI. La llegada de la crisis económica de 2008 redujo sustancialmente la espectacularidad del desfile.
Extracto del artículo «Juegos y juguetes» publicado por Carlos Osorio, en la revista «Madrid Histórico» de Enero de 2011)
Bibliografía: Hemeroteca ABC.
«La Cabalgata de Madrid» Enrique de Aguinaga. Anales del IEM.
También había empresas que repartían juguetes a los hijos de sus empleados. Mi padre es jubilado de Wagons-Lits Cook,también conocida como Coches Camas y, hasta los 12 años, creo, a los cuatro hermanos nos entregaban sus Majestades los Reyes Magos de Oriente los juguetes en mano. La verdad es que era muy emotivo para cualquier niño. Impresionaba mucho. Espero que mi madre haya guardado alguna fotografía,eran parte de la fiesta.
Hola Carlos, tengo nostalgia de aquella cabalgata, de su recorrido, de su escala más humana, más pensada para los pequeños. En aquel paso por la Calle Mayor con todos los balcones abarrotados de niños se producía una imagen completamente barroca y heredera de los fastos del XVII madrileño. Después la entrada en la Plaza Mayor era una explosión de gritos que oiamos desde fuera y nuevamente alli se reproducia una estampa del Madrid más barroco.
La cabalgata "de diseño" actual creo que ha perdido el norte. No se produce ni la proximidad del niño con sus Reyes en la Castellana y Cibeles ni los efectos de luz y sonido pueden sustituir al calor humano de antaño. Es un espectáculo actual y brillante pero, en mi opinión, no es una cabalgata de Reyes.
Saludos.
Antonio
Bonito recuerdo, Matilde.
Comparto tu opinión, Antonio.
Estoy con Antonio: los niños están cada vez más lejos de los reyes. El cambio de itinerario marca mayores distancias. Mucho negocio (mucha lucecita, mucho diseño, mucho dinero en tiempo de crisis) pero los niños no ven a los reyes y se quejan por ello.
Tienes razón, Cecilia. A mí me resultó desagradable ver que algunos niños intentaban hacer llegar sus cartas a los reyes magos, pero estos estaban tan altos que no alcanzaban. Una niña lloriqueaba porque su carta cayó al suelo y fue pisoteada por la cabalgata.
Yo tengo una fotografía de cuando era niña en Madrid llorando a lágrima viva sobre un paje…siempre que la miro sonrío…
Recuerdo que podías ver como se organizaba la cabalgata en el Paseo de coches del Retiro, luego los niños se sentaban en los bordillos de las aceras, y sus padres detrás por alturas, como se puede ver en tus fotos sin vallas ni separación de ningún tipo, veías a los Reyes mucho más próximos, e incluso llegabas a ver tu regalo envuelto sobre los camellos y gritabas ¡Ahi llevan mi Meccano! ¡No he visto el tren eléctrico!
Previamente habías visitado a los Reyes, y como se ve que eran más jóvenes, lo hacían todo ellos sin pajes ni carteros reales, les contabas tus peticiones y te preguntaban por tu comportamiento y estudios.