Caminando por Madrid, me sorpenden esos brotes incontrolados de vegetación que aparecen por algunos rincones. Yo los llamo jardincillos locos, aunque, quizás podría ponerles un nombre más moderno, por ejemplo: micro selvas urbanas.
Me gustan estas plantas acratoides que crecen con total desparpajo allá donde no está permitido y le hacen burla a la seriedad asfáltica y granítica de la gran ciudad.
Su rebeldía suele estar penada con el exterminio, cuando un empleado de limpiezas las descubre y les rebana el pescuezo.
En las ciudades del norte son muy habituales, pero aquí no abundan, por eso tienen un doble encanto estas pequeñas y revoltosas florecillas.
Fotos: Carlos Osorio.