Dos niños palestinos que lloran por la muerte de sus hermanos tras un bombardeo.
Es una imagen difícil de soportar sin estremecerse.
La violencia nos convierte en fieras, nos hace retroceder hacia la prehistoria, hacia la nada.
Es difícil que Israelíes y palestinos lleguen por sí solos a una solución, porque ambos pueblos están gobernados por criminales fanáticos. Echo de menos una ONU con un par de cojones o de ovarios o lo que haga falta para parar esta barbarie. Echo de menos una fuerza de interposición internacional que impida tanta salvajada.
Y ya puestos, también echo de menos aquellos tiempos en que el Ayuntamiento de Madrid participaba en la Unión de Ciudades Contra la Guerra, y organizaba labores de mediación en conflictos internacionales. Echo de menos la paz.
Foto: EFE.