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«Madrid, si tanto tienes tanto vales
y aunque falto de encinas, te respiro
bebiéndole los vientos al Retiro
y al oro del crepúsculo en Rosales.
Con otoños románticos prevales
para permanecer en el suspiro.
¿Dónde vamos, Madrid? A octubre miro
y con sabor de soledad me sales.
Mientras el corazón amarillea
la tarde, que no el cuerpo, me pasea
por las tranquilidades del palacio.
Todo se finge rápido y urgente,
pero yo te recorro lentamente
que las cosas del alma van despacio».
Luis López Anglada