Caminando por los jardines de Aranjuez me encontré con un petirrojo. Le dije ¡Hola! pero no contestó. Le saludé entonces en latín. «¡Ave, erithacus rubécola, Ave!» (y nunca mejor dicho lo de ave). Le saludé en vasco: «Kaixo, txantxangorri», en catalán: «¿Com va, cap roig?», en gallego: «Bos dias, papo rubio»…probé con el inglés: «Hello, robin». El pájaro me miró con cara de decir: «calla, pesado.» y chasqueó el pico: «Tchak, tchak». Yo le imité: tchak, tchak» y se acercó a mí dando un par de saltitos.
Confiaba en mi, prueba de ello es que pude hacer la foto sin teleobjetivo, a menos de medio metro de él.
«¡Sonríe, petirrojo: que va la foto!»
Los pájaros no sonríen, pero cuando vuelan dibujan una sonrisa en el aire.
Carlos Osorio.
un motivo más para ir a aranjuez, encontrarte con algún petirrojo, aquí en madrid es muy difícil verlos, pero algunos hay.
Esta entrada es pura poesía.
Más envidia sana por la experiencia.
Arajuez siempre vale una visita.
En los jardines, hay veces, que un avión vuela justo encima de la fuete de Baco, p,e. y el momento es bien especial.
Vaya un comentario más especial. Realmente el petirrojo evoca todas esas palabras que le dedicas.
Enhorabuena por tu página en general que es muy interesante y amena, abarcas tantos temas que siempre me gusta verla y hacerme una idea del Madrid que palpita a mi alrededor.
Puri.