Los movimientos independentistas son clasistas y autoritarios; aparte de sembrar odios, dividen forzosamente a los ciudadanos, que han de «decidir» entre pertenecer a una casta de «elegidos» o en caso contrario ser arrinconados como ciudadanos de segunda clase. Eso cuando no son meros ejercicios de egoísmo colectivo para no compartir la riqueza con otras regiones menos favorecidas.
Todo nacionalismo es una suerte de neurosis colectiva, y ante tal dolencia me parece un bálsamo necesario el humor inteligente de Andrés Rábago, El Roto.