El turismo es bueno, pone en contacto a las gentes, pero el exceso de turismo puede ser perjudicial para la ciudad. Desde hace unos años, el centro de Madrid soporta una presión cada vez más fuerte. Se diría que se quiere convertir a los barrios históricos en un parque temático para turistas. La ocupación de los espacios públicos por negocios de hostelería, la conversión de las viviendas en pisos turísticos y hoteles, la desaparición del comercio tradicional sustituido por tiendas de souvenirs, franquicias y bares para turistas, la conversión de teatros en centros comerciales, el ruido, la suciedad, las conductas incívicas producidas por el llamado turismo de borrachera…todo ello constituye una campaña perfecta para ir expulsando a los vecinos de toda la vida del centro de Madrid. Es necesario regular mejor estas actividades para evitar que Madrid acabe perdiendo sus costumbres, sus tradiciones, su carácter propio y diferente. La irracionalidad de un turismo masificado y desmedido hace que acaben destruyendo aquello que en un principio les atrajo a venir aquí.

Foto: Puente de Diciembre en el centro. El País.