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Muy pocos asistieron al entierro de Miguel de Cervantes. Apenas su familia cercana y los cuatro frailes trinitarios que portaban el cuerpo del difunto. Nada que ver con los multitudinarios sepelios de otros personajes  célebres de la época, como Lope. Casi nadie pensaba que el autor del Quijote fuera realmente importante. Fue después, cuando empezaron a venir estudiosos de toda Europa preguntando por Cervantes, cuando empezamos a darnos cuenta de su valía.
Un año antes de la muerte del genio, un embajador francés preguntó por Miguel de Cervantes.
-Es un viejo hidaldo y pobre. Le contestaron
-¿Es posible que el Estado no se ocupe de alguien tan importante? Preguntó asombrado el embajador.
Pues ya veis que no han cambiado mucho las cosas.
Cervantes fue enterrado en el madrileño convento de las Trinitarias y durante 400 años a nadie se le ocurrió bajar a la cripta a buscar sus restos.

 

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Fue el historiador Fernando de Prado-Pardo quien inició la búsqueda de los huesos.
El historiador tuvo que luchar durante meses contra un montón de trabas e impedimentos, financiando él mismo sus investigaciones iniciales, hasta que por fin se le permitió trabajar. Ninguna institución española le prestó su apoyo, hasta que al final, menos mal, alguien en el Ayuntamiento decidió tomar cartas en el asunto, y tantas cartas tomaron que prescindieron del investigador y decidieron hacer la búsqueda por su cuenta.
Ahora por fin tenemos localizados los restos del primer escritor en lengua castellana: Cervantes, en la iglesia de las Trinitarias. Los huesos se han sacado de la cripta, donde permanecían revueltos con otros huesos, y se han colocado en la iglesia.
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No deja de ser un despropósito que después de tantas investigaciones y tanto trabajo para encontrar sus restos, visitar la tumba de Cervantes sea una tarea casi imposible, ya que las visitas que se organizan por parte del convento son muy infrecuentes y no es nada fácil integrarse en ellas. En el convento de las Trinitarias hay suficiente espacio para crear un Centro de Interpretación del Barrio de Las Letras, que permita poder visitar la tumba del genio.
Sus huesos descansan en paz, pero afortunadamente, Cervantes vive en cada página que escribió para nosotros.