Foto: 20 minutos.
Las recientes jornadas de cine a 2,90 euros, dentro de la «Fiesta del cine» han alegrado las calles de Madrid. De nuevo hemos vuelto a ver colas en los cines, algo que no se veía desde hacía años.
Ojalá que la pesadilla de los cines que cierran termine; pero la realidad sigue siendo muy complicada. Vamos a hacer algunas reflexiones:
Los cines están cerrando en nuestro país. Hay ciudades como Santander o Santiago de Compostela en las que no queda ningún cine; en otras muchas ir al cine supone coger el coche y trasladarse a un centro comercial de las afueras. La Comunidad de Madrid que en los años setenta tenía 500 cines, tiene hoy 50, es decir, ha perdido el 90 por ciento.
Vivimos una época en la que la gente ve más cine que nunca. Si hace unos años era habitual ver una o dos películas por semana, hoy mucha gente ve una o dos películas al día. Sin embargo los cines están desapareciendo.
El cierre de los cines obedece a varias causas. la primera de ellas es el cambio de hábitos. Ahora se ve más cine en casa a través de laT.V. o de internet.
Una causa muy importante de la desaparición de los cines es la piratería. Mucha gente prefiere descargar una película de internet y verla gratis, antes que tomarse la molestia de salir a la calle y pagar una entrada de cine.
Hay quienes dicen que la cultura debe ser gratis, tal vez porque en el fondo piensan que no tiene ningún valor.
Eso ha llevado a las salas de cine a una situación insostenible y se ha generado un círculo vicioso, ante la pérdida de espectadores tienen que subir el precio de las entradas lo cual hace que otros muchos espectadores dejen de ir al cine.
La crisis ha contribuido a la desaparición de los cines, pero la crisis del cine ya se venía produciendo desde antes de la crisis de 2008. El necesario cambio del cine analógico al cine digital supone un coste tan elevado que en las actuales circunstancias muchas salas no lo pueden asumir. Mientras en el resto de Europa las salas tienen ayudas para afrontar esta situación, aquí se han suprimido. A la angustiosa situación de los cines se une el desproporcionado aumento del IVA, que ha pasado del 8 al 21%. Si en Francia han bajado el IVA del 6 al 5% para evitar el cierre de salas, aquí se ha multiplicado por tres.
No solo están en riesgo las salas de cine, sino toda la industria del cine de nuestro país.
Si los que hacen cine: actores, guionistas, directores, etc. no pueden vivir de su trabajo, tendrán que dedicarse a otra cosa. Nos tendremos que conformar con el cine que fabrican las grandes productoras multinacionales. El cine español está en peligro de desaparecer.
Hay quienes han decidido comerse a la gallina que ponía huevos de oro, y se van a quedar sin gallina y sin oro.
El cine es arte, por lo tanto merece un tratamiento similar a las demás artes. El arte no puede tratarse como cualquier otro artículo de consumo.
Conviene que reflexionemos sobre el modelo de sociedad que queremos. La desaparición de los espacios culturales, de cines y teatros nos aboca a una sociedad de individuos aislados enchufados permanentemente a su pequeña pantalla.
En Santiago quedan sólo los de un gran centro comercial, alejado del centro. Es una pena. Estamos perdiendo lo mejor que hemos creado.