Un reloj, en el nº 29 de la Gran Via de Madrid, nos recuerda que allí estuvo hasta hace un par de años la Unión Relojera. Alejandro Grassy, su fundador, descendiente de una familia de orfebres de Milán, nace en Argel, se establece en Río de Janeiro, Paris y Biarritz y llega a España en los años 20.
En 1923 fundó La sociedad Unión Relojera Suiza, que en 1929 se estableció en el nº 29 de la Gran Via (en el edificio conocido como Casa del Libro) donde permaneció hasta hace poco tiempo.
Desde el que fue el taller más importante de Madrid, con más de 80 relojeros, se introducen por primera vez en España las grandes marcas suizas.
Desde el que fue el taller más importante de Madrid, con más de 80 relojeros, se introducen por primera vez en España las grandes marcas suizas.
En 1932 se ampliaron las actividades de la sociedad con la creación de la «división cronometría», para el estudio, realización y mantenimiento de sistemas horarios sinronizados, relojería industrial y relojería pública monumental.
Veinte años después la firma se apropia de la esquina más elegante de la ciudad: Grassy abre su nueva sede del número 1 de la Gran vía en el año 1952. Allí existe un museo privado de relojes antiguos y allí continúan ejerciendo su actividad los descendientes del gran relojero que fue uno de los personajes más significativos de nuestra Gran Via.
Veinte años después la firma se apropia de la esquina más elegante de la ciudad: Grassy abre su nueva sede del número 1 de la Gran vía en el año 1952. Allí existe un museo privado de relojes antiguos y allí continúan ejerciendo su actividad los descendientes del gran relojero que fue uno de los personajes más significativos de nuestra Gran Via.
foto: C. Osorio.