Desde que empezó el siglo, hay una tendencia progresiva de los ricos a intentar vestirse como pobres. La ilusión de muchos ricos es mostrarse en público vestidos de indigentes. Incluso algunos multimillonarios, dueños de las mayores startups, se muestran ante sus accionistas con una camiseta arrugada y un pantalón agujereado.
No discuto la libertad de cada quién para vestir como le parezca. Lo que denuncio es el engaño y la estafa que supone el que un rico se vista de pobre. Es posible que tenga mala conciencia, pues todos sabemos que nadie se hace rico trabajando. Pero aquí hay un intento de confundir a la sociedad, aquí hay un fraude. Porque están tratando de parecer lo que no son.
Si algo podía salvar a los ricos era su cultura y sus modales, su condición de personas elegantes y de mecenas de las artes. Si abandonan todo eso, todo lo que les dignificaba, si se esconden bajo ropas de pordioseros, solo les quedan sus tristes harapos y su dinero.
El otro día en el banco vi entrar a un joven desaseado, con el pelo revuelto, sin afeitar, con la ropa arrugada y rota, con las sandalias sucias. Mi primera reacción fue ir a sacar un euro del bolsillo para darle una limosna. En serio, pensé que venía a pedir. Luego me enteré de que es uno de los mejores clientes del banco. Me sentí engañado.
Ricos, podéis vestiros de pobres, podéis vivir en chabolas de hormigón con muebles cogidos de la basura. Pero no lograréis ni un atisbo de autenticidad. Sois totalmente falsos.
Carlos Osorio.