Fernando VII tenía, entre otras costumbres muy particulares, la de salir de picos pardos a la menor oportunidad. A tal efecto, organizaba «fiestecillas» a las que invitaba a diversas prostitutas. Durante un tiempo, estuvo utilizando para estos fines el llamado Casino de la Reina, en la actual glorieta de Embajadores; hasta que la reina empezó a sospechar y tuvo que buscarse otro picadero. La elección recayó en la Real Quinta del Canal, una casilla que tenían los reyes junto al Real Canal del Manzanares, en Villaverde Bajo. Como dicha casa estaba lo suficientemente alejada, allí organizaba sus juergas sin ser descubierto. Se comenta que en alguna ocasión apareció por allí el bandolero Luis Candelas, quien compartía los favores de cierta bailarina con el rey felón.

Hasta hace poco, de aquella Real Quinta del canal solo quedaban cuatro trozos de muros, como os muestro en la foto, y esos cuatro trozos, tras ser inventariados, fueron demolidos con las obras del AVE Madrid-Valencia. El caso es que hay otras instalaciones del Real Canal del Manzanares que siguen en pie, aunque totalmente abandonadas, y deberían protegerse y restaurarse cuanto antes porque son parte importante de nuestro patrimonio.

Foto: Carlos Osorio.