Foto C. Osorio
En Septiembre, la calle Libreros revive y se llena de voces juveniles cuando cientos de estudiantes acuden a comprar o a intercambiar los libros de texto rebajados o de segunda mano.
Esta tradición, que había mermado con el tiempo, ha resurgido durante la crisis económica.
Año tras año nos preguntamos ¿por qué son tan caros los libros de texto?
Trasladaremos la pregunta a los responsables de la gestión cultural y educativa, pero entretanto vamos a contar la historia de una calle entrañable de Madrid:
La calle de los Libreros
Foto: Librería Felipa
La primitiva calle del Pozo pasó en el XIX a llamarse calle de Ceres.
A finales del XIX la calle Ceres no pasaba por uno de sus mejores momentos. Esta vía, que tuvo momentos brillantes, como cuando vivió en ella Julia Espín, musa de Bécquer, pasó en otras temporadas a ser una calle siniestra de mancebías «low cost».
Valle Inclán la mencionó en la obra Luces de Bohemia y parece ser que el pintor Solana se inspiró en ella para algunas de sus pinturas oscuras.
Ningún comerciante quería instalarse en semejante lugar, hasta que una mujer valenciana muy emprendedora y con pocos recursos alquiló un local para revender libros usados.
Josefa Borrás, que así se llamaba esta buena mujer, vendía y compraba libros de texto, sobre todo a los estudiantes de la cercana Universidad Central de San Bernardo.
 Josefa , que ha pasado a la historia como Doña Pepita, sabía tratar a los estudiantes; no en vano había sido maestra y profesora de sordomudos.
Si alguno no tenía dinero suficiente, Josefa le fiaba.
Tanto la querían los estudiantes, que en una ocasión en que Josefa tuvo problemas con el Ayuntamiento, éstos organizaron una gran manifestación en su defensa.
El negocio de Doña Pepita prosperó, y sus empleadas terminaron fundando otras librerías de compra y venta en la misma calle.
Así nacieron La Casa de la Troya, La Fortuna, Felipa, Madrid, Salamanca, Alcalá, La Merced, Guzmán, Barbazán…
Foto Librería Felipa.

Fue el escritor Pío Baroja, asiduo paseante de estas calles, quien pidió al Ayuntamiento que le cambiase el nombre, ya que no tenía sentido seguir denominando a una vía con el nombre de la diosa de la agricultura, cuando todo el mundo le llamaba «Libreros». Y así se hizo.
Por cierto que esta calle tenía una leyenda,… que os contaré  más adelante.