En el siglo XVIII, un terrible vendaval arrancó una de las bolas de piedra del Puente de Segovia. La mala suerte hizo que la bola cayera sobre un muchacho que merodeaba bajo el puente.
Avisado el juez de guardia, y no teniendo muy claro el modo de proceder ante un caso como este, su señoría determinó que la bola asesina fuese detenida y confinada en la casa del verdugo.
Parece ser que la bola permaneció varios años «encarcelada» en dicha casa, que estaba en la calle de Santo Tomás, junto a la Cárcel de Corte (hoy Ministerio de Exteriores)

Foto: Carlos Osorio