Fernando Roche Ortega, artesano y artista de la cerámica, sería uno de tantos talentos populares destinados al olvido de no ser porque una investigadora, Catalina L. Benavides, le ha dedicado su tesis doctoral, titulada:

El arte naïf de Fernando Roche, primitivismo y discurso en la creación.

Pese a su muy avanzada edad, Fernando conserva el carácter ingenuo que tiene su propia obra, y su única razón para trabajar es la necesidad de dar salida a su rico mundo interior. Es el artista espontáneo e iletrado que siente la obra y transmite su mundo imaginado que es más ilusionante que ilusorio. Viendo sus cerámicas, uno comprende muchos procesos del arte primitivo, del arte de las primeras civilizaciones, donde otras gentes se planteaban procesos similares al estrujar el barro entre sus dedos.

Hace unos años tuve la suerte de visitar su taller en la calle Castines de Navalcarnero, escuchando sus amables explicaciones, y encontrando en sus obras mayor autenticidad que en no pocos renombrados artistas que circulan por las ferias internacionales de arte.

Fotos: Universidad Complutense. Madrid.