Abierto hace cinco décadas, en 1962, en la calle Cava Baja nº 11, el Schotis se ha convertido en un clásico del tapeo en esta zona (de hecho es el bar veterano de esta animada calle). El bar, con azulejos y fotos de famosos, muy al gusto de su época, ofrece raciones como boquerones en vinagre o tortilla de patata. Tiene un restaurante, decorado con murales de Eduardo Vicente, donde huele a guisos madrileños: buen cocido (los miércoles) y buenos callos, rabo de toro, merluza, solomillo, o el revuelto schotis son platos muy demandados, viniendo a salir la cosa por 30-35 euros.