Ya no podré ir más a la droguería de Martínez Orúe a por materiales para mis cuadros y mis pinturas. Ahora es una tienda de souvenirs para turistas.
Era la segunda mejor droguería del centro de Madrid, junto con Riesgo. Es una gran pérdida para quienes buscan productos especializados. Otro comercio útil que se convierte en comercio de capricho y nadería. Es el triste destino de los comercios tradicionales, abandonados a su suerte por las administraciones.
Este comercio gozaba de la máxima protección, por lo que han tenido que conservar la portada. Sin embargo, los cajones en los que se podía leer: «estoraque, benjuí, esperma de ballena, licopodio,greda, alcanfor…», que también entran en la protección, han sido retirados.
Foto: C. Osorio.
Las administraciones sólo pueden y deben hacer eso, darles protección, el uso que sus dueños quieran dar al comercio es competencia única del dueño, de nadie más.
No se puede obligar a nadie a continuar con su negocio sólo porque a la Administración le parece un negocio entrañable y bonito, el dueño tiene todo el derecho del mundo y la LIBERTAD, de vender o cambiar el uso de su negocio que posiblemente tenía más pérdidas que beneficio.
En eso estamos de acuerdo, Matritensis. No se puede obligar a nadie a seguir con un tipo de negocio. Sí se puede, en cambio, crear las condiciones para que los comercios tradicionales y útiles a la sociedad continúen ejerciendo,en libertad. Pero se diría que la ausencia de normas que regulen la competencia, que protejan a los pequeños frente a la voracidad de las grandes compañías, la falta de apoyos legales y fiscales, la voracidad recaudatoria, la presión burocrática y el desprecio hacia el patrimonio cultural de que hace gala nuestro Ayuntamiento, parecen encaminadas a destruir este tipo de comercios. Tampoco la Cámara de Comercio se interesa por ellos, siendo una entidad meramente recaudatoria que no ofrece nada a cambio. Por eso, permíteme que les defienda, ya que nadie lo hace.