Soldado "dragón" español, siglo XVIII.
» Eran los auténticos marines y comandos de la época (siglos XVI, XVII y XVIII), curtidos y recurtidos, fogueados, entrenados en la escasez y la furia de las guerras europeas, y en ochocientos años de Reconquista.
Cinco siglos después, sus nombres aún guardan resonancias mitológicas: Alvar Núñez Cabeza de Vaca, Juan Ponce de León, Hernando de Soto, Francisco Coronado, Juan de Oñate, Pedro de Alvarado, Vicente de Zaldívar… ellos, y a menudo tan sólo un puñado de valientes y la compañía de la Cruz que portaron dominicos, franciscanos y jesuitas, se bastaron para mantener durantes trescientos años la presencia de España, allá en tierra extraña, en la América del Norte, lo que son hoy los Estados Unidos.
…
Mapa de Norteamérica en el siglo XVI
Su memoria, su recuerdo y sus hazañas (no sólo bélicas) constituyen uno de los episodios más sacrificados, apasionantes y desconocidos de la historia de nuestra vieja Nación, y fueron bien recordados, glosados, explicados y documentados en «Banderas Lejanas» (Edaf), un bellísimo libro de Fernando Martínez Laínez y Carlos Canales Torres que seguía la pista de las peripecias de estos compatriotas inmortales, lanzados en pos de la exploración, conquista y defensa por España del territorio de los actuales Estados Unidos.
Ellos fueron los primeros europeos en avistar ríos de película como el Pecos y el Río Grande. Antes que nadie conocieron la fiereza devastadora de los huracanes tropicales, empeñados muchas veces en desarbolar y mandar a pique sus escuadras. Supieron lo que eran las cenagosas aguas de los pantanos de Luisiana, las colosales dimensiones del Mississippi y de su Delta, avistaron el Cañón del Colorado, atravesaron las inmarcesibles llanuras de Kansas, los desiertos de Arizona y Nuevo México, bordearon la costa de Alaska, trataron y pelearon con los pieles más o menos rojas, pactaron con ellos, y hasta como Cabeza de Vaca se convirtieron en hombres medicina o hechiceros.
Regaron media Norteamérica con su sudor recio, con su sangre esforzada y generosa y con nombres de fuerte raigambre castellana: San Diego, San Francisco, Los Ángeles, Santa Bárbara, Monterrey, Santa Rosa de Punta Sigüenza, San Carlos, Nuestra Señora de la Candelaria de Tamaja.
Quisieron crear una Texas republicana e independiente antes de que lo hicieran Davy Crockett y Sam Houston, se dejaron la piel en el Lejano y Salvaje Oeste antes de que John Ford, John Wayne y el Séptimo de Caballería y el cine lo hicieran.
Fueron también intrépidos colonos. Vencieron y perdieron en proporciones numéricas casi siempre desfavorables, mal suministrados, avituallados, armados y atendidos desde la remota metrópoli o desde el más cercano gobierno de Nueva España»
Extracto del artículo de Manuel de la Fuente:
«Cuando los españoles conquistaron América…del Norte»
Diario ABC.