Como pequeñas estrellas. Así se ven la Tierra y la Luna desde las cercanías de Júpiter, a diez millones de kilómetros de aquí. La imagen la ha tomado la nave Juno, de la NASA.
Me gusta mirar a las estrellas. Cuando las miro, veo con más claridad la perspectiva de las cosas: lo que es importante y lo que no lo es, aunque en esta hoguera de las vanidades lo superfluo cobra mucha importancia.
En Madrid apenas se pueden ver las estrellas, debido a la contaminación lumínica. Este verano tuve la oportunidad de verlas con toda su intensidad, tanto a la orilla del mar como en la montaña.
Tengo un deseo, un tanto utópico lo sé, pero ahí va: Me gustaría que un día nos pusiéramos de acuerdo todos los madrileños y apagásemos todas las luces, para poder ver cuántas estrellas hay en realidad sobre nuestra ciudad.
Foto: NASA
Yo me uniría. Y creo que muchos más.
Ya somos dos, y dicen que no hay dos sin tres.
Exacto. Pero también el cielo de día es bonito y el de Madrid más bien está teñido de marrón. Habría que empezar por ahí! Un saludo.
Es verdad. Hay que pasarles la fregona tanto al cielo del día como al de la noche. Luego está el delicioso cielo de cuando no es ni de día ni de noche, el amanecer y el crepúsculo, que al ser amarillentos, rosáceos o rojizos se nota menos el humo.
Precioso texto Carlos! Gran idea. Ponernos de acuerdo para ver las estrellas. Una utopía, aunque nunca se sabe.
Un abrazo,
María.