“Cuando salgo a la luz de este viernes dorado
estrena la mañana sus pájaros primeros.
Es un viernes de barrio, humilde pero hermoso,
viernes de las Delicias, viernes arrabalero.
Da gusto ver su piel, fresca como la aurora,
herida tiernamente por la luz del otoño,
esta luz increíble que mi corazón bebe
sorbiendo la mañana como una fruta de oro.
Es una luz tan tierna, tan acariciadora,
que a las cosas propaga una humilde ternura,
y da alegría al árbol, al viajero que llega,
al perro en libertad, ávido de aventuras.
Y el dulce viejecillo que vende caramelos,
el obrero que pasa, la chiquilla que ríe,
la sal para el pescado derramado en la acera,
brillan con alegría bajo esta luz del viernes.
Van las alas del viernes dorando la mañana
y tornándola pura como una melodía,
mientras yo voy alegre escuchando sus sones,
su concierto de pájaros y cristalinas brisas.
Mientras yo voy alegre, porque el corazón sabe
que atrás queda, soñando, la materia que ama,
la materia de un alma que beso cada noche
en los labios que ahora soñarán con el alba.
Paseo de las Delicias. Noviembre de 1951.
José Luis Cano
Imagen: Cuadro del Paseo de las Delicias pintado por F. Bayeu en 1785.