Aprovechando que tengo la bici, este fin de semana me bajé a ver el recién inaugurado Puente del Rey, el primer tramo acabado del proyecto Madrid-Río, entre Príncipe Pio y la Avenida de Portugal.
Lo bueno:
Da alegría ver por fin terminada una obra que ha durado tantos años. Da gusto poder entrar caminando a la Casa de Campo. Es fantástico tener un nuevo espacio para pasear.
Lo no tan bueno:
Me esperaba algo más especial. No se nota mucho que aquí se haya invertido el presupuesto municipal de los próximos 30 años. Mucho adoquín de granito, poco verde, ningún banco para sentarse, ninguna fuente, ninguna flor. Nada que pueda dar sombra cuando llegue el tórrido verano. No vi por ninguna parte esos altísimos árboles centenarios que salían en la propaganda municipal del proyecto Madrid-Río. Claro, supongo que no cayeron en que para ser centenarios, los árboles tienen que esperar cien años. Por otra parte, no es nada probable que crezcan muy altos encima de túneles de hormigón. Tal vez esto no lo sabían los creadores del proyecto Madrid-Río, pero bueno, no todo el mundo tiene que saberlo todo ¿verdad?
Lo peor:
Esos dos mamotretos que ocultan las salidas de humos de los túneles, partiendo por la mitad el paseo que sube por la avenida de Portugal y rompiendo la armonía visual.

Fotos: C. Osorio