Por principio estoy en contra de las ocupaciones, pero toda norma tiene su excepción. Se trata de un colegio que llevaba muchos años abandonado. Los jóvenes que lo han ocupado no son okupas de litrona y porro, son gente competente que organizan cursos y actividades culturales para dinamizar el barrio. Son esas actividades de encuentro y cultura participativa que hacen falta, ya que el centro cultural municipal apenas programa otra cosa que cursillos de manualidades. Ahora el Ayuntamiento los quiere echar. Pues que les busquen un local donde reunirse, a ellos y a todos los jóvenes del barrio, ya que en el barrio de Universidad no hay locales para jóvenes.
Foto: (cc) C. Osorio.