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En la Cagalgata de reyes de 1972 ocurrió que una niña, de nombre Araceli, se acercó al rey Melchor (representado por un concejal llamado Ezequiel) y le entregó una carta. La carta decía:
“Queridos Reyes Magos: Mi padre está muy enfermo. Lo único que os pido es que se ponga bueno. Y bueno, si además queréis traerme un juguete, yo os lo agradecería”
Aquella noche, durante la cena familiar, don Ezequiel leyó la carta a su familia y vieron que tenía remite. Nuestro mago Melchor salió de casa con su real vestimenta y fue a comprar una muñeca de esas que andan y hablan. Luego, buscó la ayuda de un sereno para localizar la vivienda de la niña. Entraron a una corrala de Cuatro Caminos y abrieron primero una portezuela que resultó ser el retrete colectivo, donde un señor, que estaba felizmente sentado, se quedó de una pieza al ver aparecer por allí al rey Melchor. El caso es que el señor les indicó la puerta donde vivía Araceli, y con mucho sigilo, valiéndose de los poderes mágicos que tienen los magos, Melchor depositó la muñeca ante la habitación donde dormía la niña.

 

Extracto del artículo «Juegos y juguetes» publicado por  Carlos Osorio, en la revista «Madrid Histórico» de Enero de 2011. Fuentes: Hemeroteca ABC. y «La Cabalgata de Madrid» Enrique de Aguinaga. Anales del IEM)