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-Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades.
-La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida.
-Encomiéndate a Dios de todo corazón, que muchas veces suele llover sus misericordias en el tiempo que están más secas las esperanzas.
-Amor y deseo son dos cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, ni todo lo que se desea se ama.
-Las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres; pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias.
-La senda de la virtud es muy estrecha y el camino del vicio, ancho y espacioso.
-Si los celos son señales de amor, es como la calentura en el hombre enfermo, que el tenerla es señal de tener vida, pero vida enferma y mal dispuesta.
-El que no sabe gozar de la ventura cuando le viene, no debe quejarse si se pasa.
-El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho.
-La verdad adelgaza y no quiebra, y siempre anda sobre la mentira como el aceite sobre el agua.
-Amistades que son ciertas nadie las puede turbar.
-La música compone los ánimos descompuestos y alivia los trabajos que nacen del espíritu.
-Sé breve en tus razonamientos, que ninguno hay gustoso si es largo.
-Come poco y cena menos, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago.
-La abundancia de las cosas, aunque no sean buenas, hacen que no se estimen, y la carestía, aun de las malas, se estima en algo.
-Más vale una palabra a tiempo que cien a destiempo.
-Los delitos llevan a las espaldas el castigo.
-Mientras se gana algo no se pierde nada.
-No desees y serás el hombre más rico del mundo.
Recordando a Cervantes, el mayor de nuestros ingenios literarios, el más grande de nuestros escritores, cuyas palabras siguen vivas cuatro siglos después.