Grabado de Francois Gau, 1819
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El Templo de Debod es un templo del antiguo Egipto dedicado al dios Amón.
Se construyó en el siglo IV a. de C. Su núcleo más antiguo fue erigido bajo el rey  Ptolomeo IV Filópator, y fue decorado posteriormente por el rey nubio Adikhalamani hacia 200 a C, Posee importantes añadidos y decoración de época ptolemaica y romano-imperial (del siglo I a C al II d C)
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Grabado de David Roberts, 1838
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Estaba situado a 20 km. al sur de Asuán, donde se construyó una gran presa. Tras la ampliación de la presa, en 1913, el templo quedó bajo las aguas la mayor parte del año. Solo se podía ver en verano, con la bajada del nivel del agua.

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Originariamente tenía tres torres, pero una había desaparecido en el siglo XIX y la otra estaba derrumbada. También el pórtico se había caído.
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 En 1959 se desmontó para evitar que siguiera deteriorándose y en los años 60 fue donado a España por el presidente egipcio Nasser en agradecimiento a las labores arqueológicas realizadas por nuestro país.
Egipto donó otros tres templos salvados de las aguas a distintas naciones colaboradoras: Estados Unidos (hoy en el Museo Metropolitano de Nueva York), Italia y Holanda.
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Un barco carguero lo trajo a España, desembarcando en el puerto valenciano de Benissa.
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Ya en Madrid, se procedió a montar el templo en la Montaña del Príncipe Pío, en el solar del antiguo Cuartel de la Montaña, destruido en la guerra civil.
Al principio el templo se quedó extrañado: le habían cambiado el caudaloso Nilo por el pequeño río Manzanares.
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En 1970 se alzó el templo sustituyendo las piedras que faltaban o las que se habían roto por piedra caliza de Villamayor (Salamanca)
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En torno al templo se creó una lámina de agua, recordando su proximidad al Nilo.
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En cierta ocasión, al ver el templo restaurado, un gobierno egipcio reclamó la devolución del templo; pero no, no se trata de ningún expolio, la donación se hizo en toda regla, con todos los documentos en regla, por lo que se les ha contestado que «Santa Rita, Rita…»
Los egipcios adoraban a Amon-Ra, el sol,  y en cierto modo este culto sigue vivo cuando, al caer la tarde, algunos madrileños acuden al templo de Debod para contemplar la puesta del sol.