Últimamente, los parques de Madrid se cierran demasiado a menudo. A veces por los virus, a veces por los vientos, a veces por el calor, a veces por evaluaciones de posibles daños.

No se deberían cerrar los parques por vientos inferiores a 80 kms hora.

No se deberían cerrar los parques por aire, ni por lluvia, ni por calor.

No se deberían cerrar los parques por miedo a los virus, ya que los parques son los sitios más seguros en una pandemia.

Hace unos años (en 2014 y 2017) murieron dos personas en Madrid por caída de rama de árbol. Este suceso trágico y lamentable no debería servir como excusa para cerrar los parques siempre que hay, no ya un viento fuerte, sino incluso una brisa suave. No siempre que hay viento caen ramas, y no siempre que caen ramas hay desgracias. Durante la gran nevada de Enero de 2021 cayeron cientos de miles de ramas y no hubo daños personales.

Según esta filosofía, habría que cerrar también las calles, ya que el 80% del arbolado se halla en las calles de Madrid.

Los árboles no son necesariamente peligrosos. Lo peligroso es que los ayuntamientos no hagan estudios sobre el arbolado, no los cuiden y poden adecuadamente, y no dediquen el presupuesto necesario al mantenimiento de los parques.

Necesitamos los parques porque son parte de nuestra salud y de nuestro bienestar físico y psicológico, y más aún en épocas de pandemias o de excesivo calor. Cerrar los parques cada dos por tres no es la solución.

El Ayuntamiento debe advertir de los peligros, pero no debe cerrar los parques salvo en casos de alerta máxima.

El Ayuntamiento no debe cerrar los parques, ni tampoco las calles de Madrid. Las calles están para que los ciudadanos podamos circular, no para realizar continuamente eventos deportivos o musicales.