Cada vez que un nuevo Embajador viene destinado a Madrid, se le hace una recepción en el Palacio Real.
Montado en un elegante carruaje de tiros largos, y escoltado por la Guardia Real, el nuevo Embajador hace un viaje a través del tiempo para llegar al mejor palacio de la Europa Occidental.
Allí será tratado a cuerpo de rey, y así, cuando nuestros diplomáticos traten con él, el nuevo Embajador estará de muy buen humor.
Tal vez incluso se dedida a comprarnos algún avioncillo o algún tren de los que fabricamos aquí.
Es la ventaja y es la belleza del protocolo histórico bien hecho y bien llevado.
Fotos: C. Osorio.
Tiene su sentido conservarlo. Lástima que hayamos perdido respeto por tantas cosas… Y no por nuestra culpa en muchos casos.
Bien llevado y bien casposo
Yo así lo creo, Campu, las formas, los modos, los modales, tienen su importancia, no es tanto el qué sino el cómo lo que hace hermosa la vida.