Yo me lío la manta a la cabeza… y al resto del cuerpo!.
¡Qué agradable envolverse en una manta de pura lana de oveja de nuestra tierra!
Pues sí, quiero hacerle un homenaje a la manta, que me sigue pareciendo uno de los placeres del invierno madrileño.
La manta ha ido desapareciendo de nuestras vidas y nos hemos acostumbrado al edredón, y nos parece lo más natural despertarnos sudando como pollos en el horno. Es verdad que hay algunos edredones de plumón de ganso que tienen bastante calidad y transpiran medianamente, pero los edredones que compra todo el mundo en las grandes superficies son casi todos de fibra, es decir, de derivados plásticos, o bien de pluma de gallina, y no transpiran lo más mínimo.
La manta, en cambio, es ecológica y sostenible, y regula la temperatura corporal. La manta se adapta mejor a los inviernos de nuestra ciudad, que no son excesivamente fríos y menos aún desde el cambio climático. No vamos a negar que es más cómodo el edredón, pero hay que decir que la manta también se puede meter dentro de una funda nórdica, con lo cual la cama se hace en un periquete.
 Me gusta más la amante manta española que el edredón escandinavo.