Ya tenemos M-30. M-40, M-45 y M-50. A este ritmo tal vez lleguemos pronto a circunvalar Madrid por Cáceres y Albacete.
Madrid tiene hoy el triple de kilómetros de autopistas que Londres, París o Roma.
A pesar de ello, los atascos continúan.
Aparte de animar a los madrileños a coger el coche, las circunvalaciones parecen hechas para dar vueltas y más vueltas mientras cantamos a pleno pulmón: “ Gira el mundo gira, en el espacio infinito…”
Esta costumbre de dar vueltas sin llegar a ningún sitio tiene su origen en el chotis, que es el baile de por aquí.
También tenemos unas cuantas autopistas radiales, que aún siendo más o menos rectas, también sirven para dar vueltas. Me explico: La mayoría de los madrileños, cuando vamos por una circunvalación, nos metemos de lleno en cualquier autopista radial, debido a la penosa señalización viaria. Da igual que vayas precavido, te metes igual. Entonces, tras pasar por el peaje, te das la vuelta y vuelves a la circunvalación. O sea, más vueltas y vueltas.
Y yo me pregunto: ¿Este chotis motorizado responde a una política de movilidad inteligente? ¿O se trata más bien del negocio del petróleo, el cemento y la venta de coches?
Las autopistas se atascan al poco tiempo de inaugurarse.
¿No sería mejor reunir a los poderes públicos, los urbanistas y los vecinos y hacer entre todos un proyecto de ciudad?
Pienso que se podría hacer una red de transporte colectivo mucho más eficaz. Se podría conseguir que la vivienda fuese un bien accesible a los ciudadanos, como dice nuestra constitución. Así la gente podría alquilar piso cerca de su trabajo. Así no tendríamos que dedicar más de dos horas al día a ir de casa al curre y viceversa.
De paso nos quitaríamos la siniestra boina de humo que pende sobre nuestras cabezas.
De paso, sustituiríamos la marea negra de asfalto que rodea la ciudad por zonas verdes y deportivas, huertos, granjas escuela, equipamientos para todos…

Claro que para eso, haría falta tener un proyecto de ciudad.