Foto: Ramón Rubio. ...
En la calle Libertad nº 8, en el barrio de Chueca se halla uno de los primeros bares musicales de la que aún no se conocía como movida madrileña.
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Libertad,8 surge en 1980, y poco a poco se va convirtiendo en un lugar donde actúan los cantautores de influencia americana como Cañones y Mantequilla o Gema y Pavel. Poco a poco van siendo reemplazados por los cantautores madrileños como Javier Krahe. En los noventa el local da a conocer a nuevos valores como Pedro Guerra y Rosana, Tontxu o Ismael Serrano.
Y ahí sigue, ajeno a las modas, un bar legendario y tranquilo a la vez, con su eterno piano que en tiempos sonaba muy a menudo, con su ambiente de tertulias y actuaciones de voces sencillas y cálidas que vibran al son de las guitarras, en una calle llamada Libertad.
Los estudiantes de Prehistoria de la Complutense, allá por 1984/85, solíamos ir a ese bar porque sus mesas de madera grandes eran muy útiles para desplegar nuestros bártulos y podíamos trabajar con las grandes hojas de papel milimetrado en las que dibujábamos las piezas líticas y los gráficos de porcentajes. Echábamos horas allí, con el visto bueno del local, nunca nos animaban a irnos, aunque no consumíamos mucho. Lo mismo nos consideraban una especie exótica que encajaba en ese ambiente.
Hola, Marta, eso es lo que dignifica a los cafés como este, su capacidad de hacer sentir a la gente que está en un lugar que le es propio. Una buena actividad prehistórica sería rastrear en los surcos invisibles de las mesas algunos versos que nos enviábamos de mesa en mesa algunos antiguos clientes.
Yo lo frecuentaba con asiduidad, allá por los 70, era de los pocos sitios en Madrid que se podía escuchar buena musica, despues los fachas pusieron una bomba, enfrente había un piso que nos reuniamos gente acrata y de la CNT, tiempos muy nebulosos para mi.