Con el cierre de los cines Roxy-A, Roxy-B y  Paz, la calle de Fuencarral, que no hace mucho tenía siete cines, se queda tan solo con uno, el Proyecciones.
El masivo cierre de las salas de cine es la parte más visible de la desertización cultural que está viviendo nuestra ciudad.
Yo siempre he pensado que los cines no son unos edificios cualesquiera. Son edificios que tienen alma.
Todos hemos dejado en ellos risas, lágrimas, emociones. En ellos hemos aprendido muchas cosas y en ellos hemos crecido. Momentos con los amigos, con las novias, momentos con la familia…
Un cine no es como un centro comercial o un edificio financiero, que cuando cierran por la noche se quedan como muertos.
En los cines, en cambio, se quedan flotando nuestros sueños y nuestros deseos.
Hagamos lo que podamos: