Hay golpes en la vida que pueden derrumbarnos: perder un ser querido, una separación, quedarse sin trabajo…Dicen que hay un límite más allá del cual poca gente resiste, que suele estar en siete golpes de este tipo. La mayoría de los indigentes han pasado por estos siete golpes y han terminado vagando por la calle. Pero soy de los que piensan que mientras hay vida hay esperanza, por eso creo que habría que hacer algo, algo más de lo poco que se está haciendo, para solucionar el problema de los indigentes. Hay mucha gente durmiendo en la calle de cualquier manera. Pero la calle no es sitio para dormir.
Hace falta un plan para los sin techo

Deberían ponerse de acuerdo las administraciones públicas, con la colaboración de las ONGs y crear un “Plan de ayuda a los sin techo”. Un plan que evite que más gente caiga en esta situación, porque la prevención es básica, un plan que dé soluciones. Que haya centros de baja exigencia en cada barrio, que haya planes de prevención y dereinserción.
Ya está bien de mirar para otro lado. Que administrar una ciudad no solo es dar cuartelillo a las empresas constructoras y a los fabricantes de automóviles. También hay que buscar soluciones al problema de los sin techo.

Cuadro: el viejo vagabundo. C. Osorio.