Un cine cerrado es una imagen que escuece a los ojos del caminante.
Tras más de una década sin uso, el Real Cinema, en la plaza de la Ópera, sirve de albergue improvisado a unos indigentes.
Un cine o un teatro cerrado en pleno centro, en el cogollo más transitado de Madrid, en una zona donde cientos de miles de madrileños y turistas deambulan, a veces sin saber muy bien qué hacer…
es un fracaso.
Es el fracaso de la iniciativa privada,
pero sobre todo lo es de la gestión pública.
Porque si en ese cine-teatro se programara cine o teatro, música o danza, a unos precios asequibles,
muchos de los que pasean sin saber muy bien qué hacer y que no tienen suficiente dinero para ir, por ejemplo, a los musicales de la Gran Vía,
pues podrían disfrutar de la cultura en un lugar tan apropiado como la plaza de Isabel II.
Así de sencillo.

 

Y lo que digo para el Real Cinema sirve para el Madrid, el Palacio de la Música, el Bogart, el Rex, el Roxy, el Luchana, el Morasol, el Canciller, y un largo etcétera…

 

Fotos 1 a 3 C. Osorio.
Foto 5: Santi Ochoa.