Subía Francisco de Quevedo las escaleras del Real Alcázar en compañía del Rey, cuando notó que llevaba desatado un zapato. A mitad de escalera, el escritor se agachó para atarse el calzado, momento que el jovial monarca aprovechó para darle una palmada en el culo.

Azorado por este gesto, y estando en una posición un tanto opresiva para el abdomen, una ruidosa ventosidad salió del ano de Quevedo. El rey, atufado, exclamó:

−¡Hombre, Quevedo!

A lo que este repuso:

−¿A qué puerta llamará el rey que no le abran?

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Del libro: «Su majestad escoja. Anécdotas divertidas de Madrid» de Carlos Osorio García de Oteyza.
Ediciones La Librería. Solo 13, 90 €.  Venta online.