LEGALIZACIÓN O ABOLICIÓN DE LA PROSTITUCIÓN?
¿Es la prostitución un trabajo como cualquier otro?
-Considerar la prostitución como un trabajo pasa por alto el fenómeno de la dominación estructural masculina sobre las mujeres, ocultando las desigualdades de clase y representando esencialmente el punto de vista de los países del Norte. Se tolera la prostitución, en nombre de algunas mujeres que dicen elegirla libremente. Según este criterio, se habría podido admitir la esclavitud prestando atención a algunas voces de esclavos o esclavas que se declaraban contentos de su suerte.
-La transgresión de la intimidad humana es una forma de violencia. No se vende la actividad o el producto, como el cualquier trabajo, sino el propio cuerpo sin intermediarios. Y el cuerpo no se puede separar de la personalidad. En realidad, la prostitución es una forma de “violación remunerada”. Lo que las mujeres prostituidas tienen que soportar en su ‘trabajo’ equivale a lo que en otros contextos correspondería a la definición aceptada de acoso y abuso sexual.
-Considerar la prostitución como un trabajo trivializa el fenómeno masivo del rapto, el engaño y la trata de mujeres y muchachas adolescentes que proceden principalmente de los países del Sur, y actualmente también de los países del Este de Europa,.
-Considerar la prostitución como un trabajo socialmente útil presupone que la necesidad sexual masculina es una necesidad biológica que no puede ser puesta en cuestión, similar a las necesidades de nutrición. Esto contradice manifiestamente el hecho comprobado de que las personas, mujeres y hombres, pasan largos periodos de sus vidas sin relaciones sexuales ¡y sin llegar al fatal desenlace que habría tenido la privación de alimento!
–Considerar que la prostitución siempre ha existido no es prueba de legitimidad ni validez. También las guerras, la tortura, la esclavitud infantil, la muerte de miles de personas por hambre, han existido desde antiguo.
POR TODO ELLO
-Consideramos que la prostitución jamás se da en condiciones de libertad. La prostitución constituye una modalidad de explotación sexual de las personas prostituidas, especialmente de mujeres y menores y una de las formas más arraigadas en las que se manifiesta, ejerce y perpetúa la violencia de género.
-Consideramos que la regulación de la prostitución equivale a aceptar implícita y explícitamente un modelo de relaciones asimétricas entre hombres y mujeres, equivale a aceptar que los hombres tienen necesidades ineludibles que pueden ser satisfechas mediante el uso del cuerpo de las mujeres.
-Consideramos que los “clientes” o prostituidores, en una época de libertad sexual como la actual, acuden a la prostitución como un ejercicio de poder y sumisión sobre otra persona con la que no tienen que tener ninguna consideración porque la pagan y debe estar a su servicio, convirtiéndola en un objeto de su consumo.
-Consideramos que la regulación no beneficia a las mujeres que son prostituidas, sino a los proxenetas y a los prostituidores, la industria del sexo, proporcionando a la industria mayor seguridad y estabilidad legal pasando a denominarse empresarios y dándoles un baño de respetabilidad. Y a los “clientes” se les colocaría en una situación de “normalidad”.
-Consideramos que la regulación de la prostitución equivale a la aceptación institucional de ella por lo que se dejan de emplear recursos para ayudar a las mujeres que quieran salirse. La regulación de la prostitución supone enviar el mensaje a las nuevas generaciones de hombres de una concepción sexual al servicio de los hombres, desligada de la afectividad y lo emocional, de la imprescindible igualdad en la relación, de que las mujeres pueden ser productos sexuales.
-Consideramos que nadie, y menos al Estado se atrevería a sugerir a los pescadores, a los trabajadores de los astilleros, de la minería, de la construcción ni de ninguno otro sector, que una buena salida a su situación de paro sea el prostituirse ya sea bajo la modalidad por cuenta propia o ajena, ya sea en centros autogestionados por ellos o creados por la patronal. Tal atrevimiento sólo es posible porque la mayoría de las personas en situación de prostitución son mujeres.

La legalización de los burdeles en Holanda ha resultado un fracaso. Para ello han sido entrevistadas varios cientos de personas entre prostitutas, dueños de establecimientos del ramo y policías. Ni las condiciones laborales y sanitarias de las prostitutas han mejorado, ni ha desaparecido el circuito clandestino. Se han dado de alta en el fisco 921 prostitutas, cuando se estima que la cifra real ronda las 30.000. La mayoría de las mujeres prostituidas de forma delictiva, al no estar incluidas en el campo regulado de la prostitución, quedaron aún más marginadas y ocultas, más indefensas. En Holanda, la prostitución ilegal y el tráfico de mujeres y niñas se han multiplicado por tres desde la legalización, y las esperadas mejoras «laborales» de las prostitutas no se materializaron.
-Según el Convenio de las Naciones Unidas: “la prostitución y el mal que la acompaña, la trata de personas… son incompatibles con la dignidad y el valor de la persona humana…”
