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En O,Donnell nº 33, semiesquina a Narváez, se yergue airoso y elegante uno de los edificios más interesantes de la arquitectura madrileña de los años cincuenta.
Fue construido en 1958 por Antonio Lamela.
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Metal, piedra, gresite y ladrillo se combinan magistralmente para crear uno de los mejores edificios de esa década dorada del diseño.
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Lamela no lo tenía fácil, ya que el solar de forma trapezoidal apenas poseía 10,9 metros de ancho; pero él logra aumentar la línea de fachada a 24 metros retranqueándolo en forma de Z.
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Fue el primer edificio que tuvo una fachada suspendida.
La carpintería de aluminio, pese a ser novedosa en este edificio, no puede llegar a la belleza de la madera o el acero.
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Dotado de unas terrazas estupendas y un portal que hizo escuela, nos sorprende un elemento precioso como  los gresites.
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Los gresites verdosos hubo que importarlos de Italia, y vinieron junto con los técnicos que sabían instalarlos.
La belleza de la cerámica en las fachadas es incuestionable, lástima que los arquitectos actuales se hayan olvidado de ella.
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Lamela hizo obras geniales, como el aeropuerto de Barajas, y otras no tan acertadas como las torres de Colón. Entre todas destaca la casa de O´Donnell nº 33.
Fotos color: Carlos Osorio
Foto B/N: Estudio Lamela
Datos: Guía del COAM y El Mundo